martes, 14 de abril de 2015

"Asu Mare 2": comedia con camisa de fuerza




“Asu Mare 2” comienza inmediatamente después de donde termina la famosa primera parte: tras el beso con Emilia (Emilia Drago), ‘Cachín’ (Carlos Alcántara) vuelve al mundo de Mirones, a sus amigos y a su barrio, mientras trata de conquistar a su pretendida, quien no podría ser más distinto a él: una chica pituca, con casa en La Planicie, y cuya vida está arreglada de antemano. Entramos, de esta manera, a los terrenos de la comedia romántica: el personaje deberá hacer todo lo posible para superar esas barreras que los separan, lo que no será fácil, ya que un arrogante galán (Christian Meier) también está tras los pasos de la joven.

La cinta de Ricardo Maldonado basa su premisa en un concepto: el chico debe superar todas las barreras sociales posibles para obtener a la chica. Barreras que pueden ser desde estar en un discoteca pituca hasta un cumpleaños en donde uno se siente totalmente extraño.

El principal problema del film radica en que, justamente, ese concepto nunca llega a transmitirse en una puesta en escena que explote los diversos elementos expresivos que trae una situación como la planteada. Las diferencias entre los personajes son casi siempre explicadas a partir de diálogos (la escena de la discoteca, que ocurre en los primeros 15 minutos de película, es muy clara en ese aspecto). La narración, de esta manera, está llena de chistes verbales o chascarrillos que pueden ser más o menos graciosos, pero que no le otorgan cohesión a la propuesta.

Y es que todo el tiempo se siente que “Asu Mare 2” está más preocupada en ilustrar su concepto y en apegarse lo más posible a su guión que en aprovechar las situaciones que plantea su historia para generar delirio, desenfreno, absurdo. Por eso,  el filme está casi siempre con una camisa de fuerza puesta: la película va acumulando secuencias que siempre se terminan sintiendo como ilustraciones aplicadas de un mismo concepto, como para que queden muy claras las diferencias entre el chico de barrio y la joven pituca, y los efectos que tiene esa distancia en la vida de los protagonistas. Y esa repetición termina desgastando la propuesta.

Tampoco ayuda, por ejemplo, que el peso del antagónico recaiga tanto en un personaje como el de Christian Meier. No es por culpa del actor, sino por el diseño de personaje mismo: se trata de una caricatura sin matices de un villano. Entendemos que estamos en una comedia, y que las caricaturas suelen formar parte del imaginario del género. Pero incluso en esos casos los personajes no suele ser tan unidimensionales en su diseño: algún tipo de malicia, de inteligencia o hasta de capacidad de intimidación hay en ellos, incluso cuando pueden ser objeto de risa. Nada de eso ocurre con el personaje de Meier, que acumula clichés que son siempre objeto de burla, pero que nunca consigue ser un contrapeso a los embates de Cachín por conseguir a la chica de sus sueños.

¿Tiene momentos rescatables “Asu Mare 2”? Sí. Y son aquellos en los cuáles la película se libera de su línea narrativa de fierro y permite que sus actores, en especial Alcántara, hagan comedia. Ahí está, por ejemplo, todas las intentos por sacar la visa de ‘Cachín’. Ahí vemos su capacidad para desarrollar la comedia verbal y física, y sus dotes para la exageración y el absurdo. Y la cámara, inteligente, se centra en el cuerpo y en la gestualidad del actor. Esos momentos cumple el rol del ‘stand up’ de la primera parte: son esos momentos que escapan a la narración y le dan un aire más divertido y juguetón al fin. Son los momentos de comedia pura, aquellos en los que no hay que ilustrar nada y el donde el buen ‘showman’ que es Cachín permite que las cosas fluyan. Lamentablemente, tales momentos son contados.


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