jueves, 10 de enero de 2019

viudas

Viudas” sigue una tendencia que cada vez parece más acentuada en cierto cine de autor hollywoodense: un regreso a los temas, a conceptos, a ideas que pueden resultar sumamente relevantes en términos sociales y políticos, pero que muchas veces hacen que las películas resulten demostrativas, más interesadas en resaltar un mensaje y en subrayar todos los males de este mundo que en ser coherentes en su propuesta a partir de una puesta en escena sustanciosa.
“Viudas” es un ‘heist film’: una película cuyo centro está en un robo que deciden hacer un grupo de mujeres (lideradas por Viola Davis), cuyos esposos eran criminales profesionales, para pagar una deuda con unos maleantes de Chicago. Pero pareciera que, llegado un momento, lo que menos le importa a la película es seguir esa línea narrativa: de pronto, aparecen la corrupción política, las tensiones raciales, las violencias barriales y de pandillas, la brutalidad policial. El gran problema de la película es que todos esos temas nunca terminan de cuajar en el engranaje: se sienten expuestos, demostrativos, incluidos ahí para que la película pueda hacer más claro su mensaje de la manera más solemne posible.
La línea narrativa de la muerte del hijo del personaje de Davis (cuyo esposo es interpretado por Liam Neeson) tiene justamente ese problema: se siente puesta ahí para tocar el tema de la brutalidad policial contra los afroamericanos, pero sin un sentido narrativo que justifique su presencia y que sea potenciado a partir de la puesta en escena: está ahí porque Steve McQueen, director del filme, quiere decir algo sobre el asunto. De esta manera, esa situación resulta obvia y hasta manipuladora: la película carga el mensaje haciendo explícita esa tensión racial que ya quedaba clara y palpable con recursos menos evidentes.
Esta tentación por querer dejar claro todo afecta también el diseño de los personajes, que muchas veces resultan estereotipos de maldad o de corrupción: ahí están los personajes de Daniel Kaluuya, Colin Farrel o del propio Neeson, cuyos retratos resultan obvios, sin ningún tipo de matiz, como para que quede claro como la corrupción y la violencia están metidos en todos los niveles de la sociedad.
Todo esto no deja de ser una lástima, porque McQueen es un director con talento evidente y sabe muy bien como generar tensión y un clima violento con recursos menos retóricos y más cinematográficos, sobre todo cuando se centra en la soledad del personaje de Davis y en su contacto con sus compañeras en el crimen. Las mujeres, su intimidad y cómo esta se va ligando a sus acciones para armar el atraco resultan lo mejor de una película que, cuando se concentra en el robo, entrega momentos de genuina emoción. Una pena que “Viudas” considere que esa acción no es suficiente para marcar su discurso.